PENSEMOS

DECÁLOGO PARA VIVIR LA EUCARISTIA

NO OLVIDES LO SIGUIENTE:


1. SER PUNTUALES: Prográmese para llegar al templo antes de comenzar la celebración. No hay cosa más aburridora que llegar tarde a una cita y sobre todo el irrespeto a la persona con la cual se tiene dicho encuentro

2. PARTICIPEMOS. No hay encuentro más aburridor con alguien que no decir nada o tomar una actitud de indiferencia. La Eucaristía es un encuentro con el Señor y por tanto participemos sin dejarnos llevar por el qué dirán o por pena, sabiendo que nuestro diálogo es con Aquel que todo nos lo ha dado.

3. UBIQUEMONOS BIEN. Hay personas que se quedan atrás como para salir corriendo en cuanto puedan. Con esto una persona da a entender que ese encuentro no lo desea y que entre más lejos mejor se va a sentir. Cuando vayamos a la Eucaristía hagámonos cerca al altar y procuremos estar muy atentos a lo esencial de la celebración.


4. COLABOREMOS. Hay celebraciones en las cuales al que preside le toca hacer de todo porque no hay quien ayude y no porque no haya personas en la celebración sino porque a nadie se le ocurre ponerse a disposición para servir al Señor ese momento.

5. HAGAMOS LO CORRECTO. Hay personas que desde que entran se sientan y...¡qué difícil es que las despeguen de las bancas; ni siquiera para la consagración se ponen en pie. Recordemos que la celebración Eucarística es un encuentro y que por lo tanto tiene diversos movimientos y posturas, de acuerdo a lo que se va desarrollando del encuentro con el Señor y con los hermanos.


6. LA MISA ES AL SEÑOR. Durante la celebración eucarística hay que evitar toda distracción con devociones a los santos, la visita a la imagen de no sé quien, etc. La celebración de la Eucaristía es el centro de nuestro encuentro con el Señor y por tanto no debe haber ninguna interrupción con otras cosas que aparten de este objetivo central.

7. VAMOS A HABLAR CON EL SEÑOR. Son muchos los que aún no manejan muy bien la etiqueta y los buenos modales; creen que el templo es como la plaza de toros o de mercado o un salón cualquiera, olvidándose que es un lugar exclusivo para dialogar con el Señor, para entrar en intimidad con él en el silencio exterior cuando no hay celebración y en la participación cuando sí hay la celebración. Una persona con un  mínimo de conocimientos humanos sabe muy bien lo que es el respeto y por eso no grita, no silva, NO CONTESTA EL CELULAR en el templo porque eso desdice de su apariencia y de su esencia. Evitemos aquellas cosas que no están bien en un lugar como estos: tomar agua, comer algo, bostezar, abrirse de manos sobre las bancas, etc.


8. DESE Y NO DÉ. Dentro de las cosas para tener en cuenta es lo referente a la ofrenda que generalmente se da en efectivo. Muchos acostumbran dar lo que le quedó de los cambios en las compras que hicieron, otros dan monedas o billetes falsos. ¿A qué se debe eso? Sencillamente a una falta de criterio y de personalidad que creen que con Dios se puede jugar o que le damos lo que no nos hace falta y sí de pronto nos estorba (ya que las monedas a veces son un cierto estorbo en los bolsillos). Cuando demos ofrenda, demos con generosidad y sabiendo que es como sentido de mi pertenencia al Señor dentro de la Iglesia.

9. TENER SIEMPRE UN PROPOSITO. Esto es básico: cuando vayamos ala celebración eucarística procuremos siempre llevar un buen propósito (o intensión) lo cual nos va a motivar para participar con más ganas y al mismo tiempo con mayor fervor. hay muchas razones para ir a la Eucaristía... lo que nos pasa es que no nos preocupamos por buscar motivaciones y por eso hasta se hace aburridor ir a misa.

10. SALGAMOS CON UN PROPÓSITO. Todo verdadero encuentro nos deja comprometidos de acuerdo a aquello que compartimos y es por eso que la Eucaristía debe hacer que surja un propósito para salir a vivir el resto del día o de la semana ó de la vida! Si el encuentro con el Señor en la Eucaristía no nos compromete y nos lleva a sumir un buen compromiso de vida, nuestra fe no sirve para nada y no hemos entendido lo que es ser cristianos.



¿ESTAMOS EN ESTADO DE MISIÓN?

LA MISION CONTINENTAL
La Misión continental no es algo improvisado. Viene ya desde mucho antes y el Concilio Vaticano II s el que hace el lanzamiento de esta misión.
Antes de esta misión continental lo que interesaba era la simple celebración de los sacramentos y los sacramentales. Pero en la medida en que se va tomando conciencia se va ahondando en el verdadero sentido de la vida cristiana. Pero mientras esto anterior sucede, se da a nivel de la sociedad secularizada un rechazo al cristianismo lo cual lleva a un rompimiento entre fe y cultura. Es por esto que el Concilio Vaticano II se coloca como meta el hacer una verdadera síntesis -en la persona- entre fe y cultura.
Su Santidad Pablo VI, en 1975 presenta la carta magna de la Nueva Evangelización con la publicación de la Evangelii Nuntiandi. Años después (1983), el beato Juan Pablo II habla de una Nueva Evangelización y la propuso como un trabajo de nueve años para celebrar los 500 años de la primera evangelización de América Latina.
Para el año 2.001 presenta todo un programa de Nueva Evangelización en su Carta Apostólica Nuovo Millenio Ineunte y coloca esa Nueva Evangelización como un trabajo eclesial para los diversos continentes. En Christifideles Laici (1988) ha propuesto un trabajo profundo de Evangelización.
En mayo de 2007 se celebra la V Conferencia de los Obispos de América Latina en Aparecida, Brasil, y se lanza la propuesta de la Misión Continental (es una propuestas concreta para realizar la Nueva Evangelización): hacer discípulos misioneros en Cristo. Aparecida le encuentra sujeto a la Evangelización: toda persona que se encuentra conmigo debe ser acompañada por mí hasta hacerla discípula misionera.
En sí la Nueva Evangelización se ocncreta en este proyecto:
1) Un encuentro personal con Cristo.
2) Una conversión personal.
3) Un seguimiento personal de Cristo, con mi vida.
4) Un formar Comunidad (para ser de verdad discípulo).
5) Salir a la Misión, dando lo que el Señor me ha dado para hacer discípulos misioneros de Cristo en el mundo de hoy.
Algo que hay que tener muy claro es que esta Misión Continental no es una iniciativa de la Iglesia sino un llamado del Espíritu. Esta misión continental que nos pide el Espíritu nos exige que sea permanenbte y que no tenga límite (fin).
Esta misión no fue en sí organizada por la Iglesia, en Aparecida, sino propuesta a las Iglesias particulares (Diócesis) donde un sucesor de los Apóstoles con su presbiterio y los feligreses (todo tiene unidad, carismas pues en la Iglesia particular está la misión) en comunión con las otras Iglesias particulares y en comunión con el Sucesor de Pedro. Cada Iglesia Particular recibe la Misión Continental para realizarla. Se inicia en la Diócesis como una puesta en marcha de procesos de Evangelizacoión; se busca tomar las personas que Dios nos dé y comenzar un discipulado. A partir de este momento se busca
* Reunir personas que se encuentren con Cristo y que por la fascinación que este encuentro produce se formen pequeñas comunidades comprometidas, testimoniales.
*Los misioneros de esta misión somos nosotros mismos, los que estamos en cada Parroquia, los que tenenmos que evangelizar.
* No se trata tanto de una predicación sino de un diálogo y testimonio.
* Hay que buscar un camino metodológico para lograr la meta.
* Esta Misión Continental es un proyecto amplio pero abierto a la acción del Espíritu.

COMENTARIO
Se necesita un cambio de la Pastoral, un nuevo modelo de Iglesia donde no se pierde la dimensión sacramental, pero sí se le da prioridad a una dimensión evangelizadora. Es por eso que hay que poner en marcha:
a) Un acoger a la persona.
b) Un construir comunidad.

c) Un testimoniar desde la Iglesia.
Hay que dar una verdadera espiritualidad, una metodología y una organización al anuncio del Evangelio. Para esto se necesita un verdadero cambio de mentalidad tanto en los sacerdotes que lideramos las parroquias como en todo el clero; Recordemos que el Sacerdote ha de ser el primer convertido, centrado en Cristo y también los laicos que son fundamentales en este construir comunidad ya que el llamamiento es para todos.
Es importantísimo que nadie olvide ir primero al Evangelio y luego al evangelio como lo presenta la Iglesia a través de su Magisterio.